“Era un monumento a la tecnología alimentaria: tan amarilla como para dar dolor de cabeza y lo suficientemente dulce como para que se te pusieran los ojos en blanco. En suma, todo lo que se puede pedir a una tarta, siempre y cuando el sabor y la calidad no sean parte de los requisitos”. Bill Bryson
Soy negado para el senderismo. La expedición más complicada que he hecho ha sido al Preikestolen, 4 horas ida y vuelta. Pero claro, vas a Noruega y no te vas a venir sin ver uno de los parajes más bellos e impresionantes de nuestro planeta. Hace unos cuantos años, llegué al Cañón del Colorado en coche, y sólo me bajé para recorrer algunos metros y divisar el espectáculo rocoso desde uno de sus muchos acantilados. La verdad es que me bastó como experiencia teniendo en cuenta que empezó a nevar copiosamente una vez arriba, en el South Rim. A pesar de que todo el mundo me aconsejaba que me adentrara en los bosques para cazar mejor las auroras boreales, decidí quedarme a pocos kilómetros de Rovaniemi, en el Círculo Polar Ártico finlandés. ¡Hacía una temperatura de 20 grados bajo cero! Tuve suerte y fotografié luces indescriptibles casi en plena civilización. Y ni siquiera he cogido una rosa de Alejandría en la sierra de San Amaro, muy cerca de Olivenza, mi pueblo. Creo que alguna vez subí la sierra, pero era pequeño, y no estaba tan acostumbrado a las comodidades de la vida moderna. En fin, que eso de caminar por el monte con la mochila al hombro, apartando a manotazos los mosquitos y más sólo que la una a merced de cualquier depredador hambriento, no es lo mío.
Pero nunca es tarde para encontrar nuevas aficiones. Y sino que se lo digan a Bill Bryson (Des Moines, EE.UU., 1951). Con 46 años se propuso recorrer el sendero de los Apalaches, la más brutal, ambiciosa y complicada ruta que hay en los Estados Unidos y en el mundo. Fruto de esa experiencia brotó «Un paseo por el bosque», mucho más que un libro sobre los Apalaches. El sendero tiene más de 3.500 kilómetros de longitud, atraviesa catorce estados, desde Georgia hasta Maine, y recorre algunos de los parajes más inaccesibles y, precisamente por eso, más absolutamente paradisíacos del mundo.
Con su narración, Bill Bryson hace que te entren ganas de coger la mochila y ponerte a patear sin descanso. El libro está escrito de manera brillante por su sencillez pero a la vez por la profundidad con la que aborda cada una de las etapas de esta fatigosa ruta. Más de 300 páginas que contienen historia, aventuras, reflexiones, información, crítica al sistema de parques nacionales estadounidenses y sus políticas medioambientales, clases magistrales de geología o formación del mundo, curiosidades y, sobre todo, mucho mucho humor. Este libro sobre los Apalaches es didáctico: describe de manera pulcra y directa caminos, montañas, pueblos y ciudades a su paso; y muy pedagógico: serviría como ejemplo para cualquiera que quisiera aprender cómo diablos se escribe literatura de viajes.
Bryson es especialmente diestro con los diálogos y a la hora de saber dónde y cómo poner una guinda de humor a las situaciones más complicadas. Sólo por algunos personajes como Chicken John, Mary Ellen o aquel dependiente de material de treking que puede acabar con la paciencia de cualquiera, merece la pena recorrer la senda de los Apalaches…o no.
Eso sí, no es un libro para senderistas. En «Un paseo por el bosque» no hallarás descripciones detalladas y científicas sobre la fauna y la flora aunque Bryson esboza para todos los públicos teorías como las que sustentan las distintas glaciaciones, la extinción de algunas especies o la hipocresía del conservacionismo. Es un libro para amantes del viaje, para aquellos que descubrimos a medida que arañamos kilómetros que la curiosidad y el asombro convergen con el conocimiento.
El libro de Bryson parece que cayó tan bien cuando se publicó en Estados Unidos, a pesar de que no es nada condescendiente, que se hizo hasta una película. Aunque la columna vertebral es la misma, libro y filme van por caminos distintos en algunos momentos por lo que ambos se complementan bien. Creo que Robert Redford no está a la altura de Bryson, sin embargo Nick Nolte borda al cascarrabia de Stephen Katz, el compañero de fatigas del escritor.
[box type=»info» style=»rounded»]
Un paseo por el bosque Autor: Bill Bryson
Traductor: Pablo Álvarez Ellacuría
Ilustrador: David Cook
Editado en noviembre de 2014 por RBA
[/box]
