Dena Flows, la fotografía sonora

Cuando veo la galería de Dena Flows no sé qué me gusta más si la música o la fotografía. No distingo entre artes plásticas o sonoras, entre colores y acordes, entre gestos y riffs, entre vibración y emoción.  A la hora de crear fotografía no se puede ser tibio. No son creativas las medias tintas. Cuando uno se cuelga la cámara y apoya el ojo en el visor, o se quiere al sujeto o se odia. Eso es lo que diferencia una foto anodina de una obra.

Este bilbaino muestra en su obra una admiración por los clásicos fotográficos pero también un gran bagaje musical, es lo que hacen explosivas sus fotografías. Las publicaciones musicales se nutren de las creaciones de Dena Flows, numerosísimas. Ser portada del Ruta66 un mes sí y al otro también no apacigua su pasión por el septimo arte, sino que le insufla aliento. El que necesita para continuar mostrándonos su partitura a través de la imagen, sus canciones en forma de 3×2 y su ritmo a través de los elementos dentro del encuadre.
Autor prolífico, que ni trabaja en el mundo fotográfico ni vive de utilizar la cámara, también se mide en los viajes y en el wrestling. Dos disciplinas en las que se impone una inmerecida modestia que se desmiente al ver sus brillantes imágenes de muchos rincones del mundo y las esculpidas formas que consigue al retratar el cuadrilátero.

Ladys and Gentelmen….Dena Flows.

¿Como fueron tus comienzos en la fotografía hasta llegar a ser uno de los fotógrafos más reconocidos de España en fotografía de conciertos?

Es difícil saberlo. La primera cámara que recuerdo como propia fue un regalo de primera comunión. La recuerdo perfectamente: una Agfamatic pocket sensor. De hecho la recuerdo con precisión tanto por fuera como por dentro, puesto que la utilicé más como un mecano que como una cámara de fotos. Es lo que tiene la infancia. Quizá ahí se plantó la semilla, pero no creo que germinase. Años después, en la adolescencia, a mí madre le jamó el coco un “vendedor de cursos” y me apuntó, -con mi consentimiento, eso sí- a un curso de fotografía… que no conseguí acabar. No llegué ni a la mitad, la verdad sea dicha. Creo, no obstante, que ese sí que fue el momento en el que germinó aquella semilla. Lo dejé porque, por aquel entonces, prefería gastar mi dinero en beber y juerga adolescente que en cámaras, carretes y revelados, que no eran precisamente baratos. En todo caso, ahí tuve mi primer contacto con los conceptos técnicos y sobre composición y creo que puedo decir que se me quedaron grabados. Aún conservo el material (muy obsoleto) de aquel curso. En el año 89, con 19 años, haciendo el Camino de Santiago, tiré el último carrete de aquella época… carrete que, a día de hoy, no he revelado. Pasaron 10 años sin hacer fotos, ni siquiera en vacaciones, hasta que la casualidad me llevó de nuevo a la fotografía. Mi novia de por aquel entonces, periodista, consiguió acreditaciones de prensa para acudir al FestiMad 1999. Siendo una de ellas para hacer fotos, aproveché aquella oportunidad. Las fotos, ciertamente, fueron muy malas. Viéndolas hoy sólo salvo una, y por cariño más que por calidad, una de Skunk Anansie. La cadena de casualidades siguió puesto que algunas de aquellas fotos llegaron a ser vistas por Belén Mijangos, a la sazón, factotum del periódico musical El Tubo y algo debió ver en ellas porque me ofreció hacer fotos para su publicación. En aquel momento me entró una auténtica voracidad de conocimiento. Supongo que un deseo de recuperar el tiempo perdido. Me leí todos los libros sobre técnica fotográfica que había en las librerías de Bilbao, páginas web, foros de internet, grupos de news (en es.rec.fotografia aprendí muchísimo); compraba, todos los meses, todas las revistas fotográficas que se publicaban en España… algo exagerado. En pocos meses llegué al punto en que la técnica que enseñaban en las revistas se me quedaba corta y, en poco más, lo que llegué a saber resultaba más que suficiente para las fotos que yo sacaba/saco. Desde entonces, con la técnica ya asimilada –hasta la llegada de la fotografía digital-, me he dedicado más a ver que a aprender metódicamente, con la esperanza de que algo del ojo de los buenos se me pegue. La introducción de la fotografía digital me ha obligado a “traducir” algunos de mis conocimientos. He abandonado por un tiempo la “tranquilidad técnica” en la que me encontraba y me he visto obligado a reaprender algunas cosas… todas ellas menores, la verdad sea dicha. El proceso, francamente, no ha cambiado tanto.

¿Fue antes la música o la fotografía?

Yo creo que la música. La música la recuerdo presente en mi vida, y sin ausencias, desde que tengo uso de razón. La fotografía, como ya he dicho, vino y se fue para volver años después.

¿A quién le hiciste la primera sesión de fotos en un concierto?

La primera cámara “seria” que tuve  fue una Minolta x700 prestada. Con ella hice las fotos del primer grupo al que fotografié, pero no me acuerdo de cuál fue. Supongo que con mirar el horario del FestiMad de 1999 podría saberlo, pero me da mucha pereza 🙂

¿Con qué equipo cuentas ahora y a quién has hecho la última foto?

Ahora mismo mi cámara habitual es una Canon EOS5DII. ¿por qué? Porque no me llega para una 1DsMkIII, que sería mi sueño actual (o la IV, que saldrá dentro de poco, supongo). La verdad es que he trabajado con un montón de cámaras y casi nunca las he escogido con criterios racionales. Dentro de lo suficientemente bueno, siempre he elegido emocionalmente. Eso sí, una vez comprada la primera (Canon EOS5) seguí en el mundo Canon (EOS3 ->EOS5D->EOS5DII). Bueno, creo que sí hay un criterio: son las más caras, dentro de la marca, que me podía permitir en cada momento. Esas son las cámaras con las que voy a los conciertos. Cámaras suficientemente robustas y de altas prestaciones. Los objetivos que más uso hoy día son un 24/1,4; 50/1,2 y 100/2. Lentes fijas de alta luminosidad. A los festivales (escenarios grandes) llevo un 70-200/2,8. Para otros usos he ido haciendo un equipo, basado en “criterios románticos”, que se compone de dos Fujis 690 (formato medio 6×9), una canon T90, una Canon F1n, y otras que merecen menos mención. Lo que sí doy por cierto, de todas formas, es que he abandonado por completo los carretes desde que tengo una réflex digital. Por completo. En el momento de escribir ésto, lo último que he hecho ha sido una sesión de estudio para el grupo Kalte (para el artwork de un CD) y a Azzhuaia junto a Shisha Pangma. Todo ello el mismo día. Pero para cuando ésto salga publicado, ya habré asistido a Bellrays, Charlatans y Jesse Malin por lo menos.

También en tu galería cuentas con sensacionales fotografías de viajes y de deportes como el Wrestling, aunque tu trabajo se ha reconocido sobretodo dentro del campo de la fotografía de conciertos o musical. ¿En qué faceta te encuentras más cómodo?

En los conciertos, sin duda. Aunque intento aprender cosas nuevas, ya tengo las bases bien cubiertas y me siento muy cómodo haciendo este tipo de fotos. En los viajes tampoco tengo problemas, pero porque asumo que soy un fotero vacacional. Soy consciente de que este tipo de fotos, para hacerlas con un nivel de excelencia, hay que hacerlas documentándose, pasando tiempo en el destino, madrugando y cargando con mucho equipo. Como normalmente no hago ninguna de esas cuatro cosas, tampoco me auto-exijo tanto. En el wrestling nunca llegué a estar 100% cómodo. Es un deporte que no domino y ello me provoca muchas inseguridades. Nunca sé con seguridad si lo que estoy captando es lo realmente importante de la pelea. Debo ceñirme al aspecto estético y no tanto al informativo. Por suerte, el wrestling es más estética que otra cosa, lo que ayuda mucho. Dicho todo ésto, debo añadir que me lo paso bomba también haciendo fotos de wrestling y que los promotores que me encargaron el trabajo quedaron muy satisfechos.

¿Crees que en fotografía es mejor centrarse en una categoría: viajes, deportes, etc. o es mejor tener un estilo y aplicarlo a todas las facetas posibles?

Ni idea, la verdad. Supongo que especializarse es una buena forma de lograr la excelencia, pero la vida da para mucho más que para una faceta fotográfica. Lo de tener un estilo, supongo que es inevitable. Para bien o para mal. Quiero decir que, cuando lo tienes, ahí está, presente en todo lo que haces. Si no lo tienes, probablemente no haya manera de conseguirlo.

¿Qué fotografos, pintores, cineastas….han influido en ti a la hora de coger la cámara y mirar a través del visor?

La verdad es que ninguno de mis fotógrafos favoritos se dedicó ni a los conciertos ni al paisaje urbano, así que no creo que ninguno de ellos me haya influido. Me gustan mucho los clásicos de la fotografía de glamour: Richard Avedon, Helmut Newton y, el que más, Herb Ritts. También “clásicos actuales” de ese estilo como Rankin. Y mi fotógrafo preferido es Jan Saudek. Como ves, ninguno de los nombrados tiene que ver, en absoluto, con lo que hago. Y el que menos de todos, precisamente mi preferido, Saudek. Así pues, creo que no existe ninguna influencia consciente de otros fotógrafos en mi estilo que, por otra parte, es de un clasicismo supino, así que tampoco es que requiera muchas influencias.

¿Cómo afectan los adelantos tecnológicos y de comunicación con Facebook o Twitter a tus fotografías y su difusión?

A mis fotografías absolutamente en nada. En cuanto a difusión muchísimo. No tanto facebook, que no tengo, ni Twitter, donde no tengo más que tres docenas de amigos, como la web y el, ahora un poco abandonado, blog. La web es la ventana de mis fotos al mundo y, además, la forma en que mi vanidad de fotógrafo se ve apaciguada. Si no tuviese la web para mostrar mis fotos a montones de personas, seguramente regalaría mis fotos en contextos en los que ahora cobro. Las regalaría por la ilusión que me haría ver mis fotos en publicaciones, en discos, en promos. Con la web, no tengo esa necesidad de mostrar mi trabajo y puedo permitir decir “no”, con tranquilidad, a quien me pide gratis mi trabajo. Por otra parte, flickr sobre todo, me vale para ver las fotos de otros muchos fotógrafos de conciertos, lo que es doblemente positivo: me sirve para aprender y para no dormirme en los laureles, que por detrás vienen arreando.

¿Cuáles son los trabajos de los que más satisfechos te encuentras, bien sea por la dificultad que entrañaron, por los resultados obtenidos, por algún rasgo sentimental a la hora de realizarlo, etc.?

Durante casi 11 años he fotografiado más de 2000 conciertos; más de 1200 grupos; el total de fotos de mi web pasa de las 10.000. Me es completamente imposible responderte a esa pregunta. Pero bueno, por no dejarte en blanco, voy a intentar responder de alguna manera. Hablaré de tres conciertos y, así de paso, te cuento un par de anécdotas. El primero de ellos fue la primera vez que vi a Corey Harris. Éste es especial en lo emotivo. En aquel entonces yo estaba pasando una mala racha personal y el concierto fue muy emocionante. Lo fue per se, todo el mundo lo sintió, pero yo, dadas las circunstancias, lo viví con especial intensidad. El segundo fue especial, digamos, por lo dificultoso y peligroso. Fue la primera vez que tocaron los Stooges en el Azkena Rock Festival, en el año 2003. Aquel, en su momento, se suponía que sería una ocasión única, algo muy especial. Yo, incluso, cambié las fechas de mis vacaciones para poder asistir. El día del concierto tomé una de esas decisiones de las que te arrepientes por completo. Decidí colocarme en la primera fila del público en vez de en el foso con el resto de acreditados. Creí que así podría hacer fotos durante todo el concierto en vez de sólo tres canciones. El caso es que, cuando empezó, aquello se convirtió en un infierno del que temí no salir vivo. La presión contra la valla era tremenda y yo tenía que cuidar de mi cámara, además de mi propia integridad. A pesar de todo, hice fotos y un par ya salvo de aquel pandamonium:

El tercero es el más reciente, también en el Azkena, pero en la última edición, este mismo año. La cuestión es que hice, absolutamente sin querer, una de las fotos más espectaculares que he hecho jamás. Ésta:

La foto es un recorte, bastante extremo además, de otra foto. No exactamente de ésta: que, como ves, también tiene el reflejo en las gafas, pero de otra casi idéntica. Bueno, con ella nos damos cuenta de que, en ocasiones, la suerte juega un papel importante en los resultados.

Antes de terminar, algún grupo que sueñes con fotografiar y algún lugar al que quieras viajar con la càmara.

Hay varias “cuentas pendientes” en mi carrera. Casi todas ellas tienen más que ver con el hecho de que me gustaría ver a esos músicos, independientemente de poder fotografiarlos. La mayor que se me ocurre ahora es JJ Cale. Otra gran cuenta pendiente es Tom Waits, cuya acreditación me retiraron en el último momento, después de tenerla concedida, porque el tour manager puso un límite de fotógrafos. Tampoco he hecho fotos a los más grandes: los Rollings Stones; si bien, a estos me habría gustado fotografiarlos en los primeros 70; ahora, me gustaría pero ya no es tan imprescindible. En cuanto a lugares, como gran admirador que soy de los rascacielos, Dubai es la ciudad que más me llama la atención. Pero hasta que no la acaben, no pienso ir. Y parece que van para largo.

Danos algún consejo a los fotógrafos que empezamos…

Sed los peores enemigos de vuestras propias fotos.

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