Cada nuevo disco de Robe genera un terremoto, un movimiento tectónico de fieles, pero también de descreídos que están a la espera de un tropiezo del placentino. Esta vez también han fallado. Se nos lleva el aire penetra sin darte cuenta, en varias escuchas, por dosis, depurando poco a poco su contenido y dejando los sedimentos en nuestro interior como semillas. Incluso en los muy fans. Solo entonces podremos degustar las purezas de unas canciones que vuelven a certificar que Robe es uno de los grandes compositores de la música española. Un artista en mayúsculas porque vuelve a sus raíces mientras explora otros territorios más experimentales.
Se nos lleva el aire es un disco sólido que contiene material combustible para inflamar los directos hasta desfallecer. Es un disco más desinhibido que los anteriores, con ecos que nos recuerdan a Mayéutica a retazos y también a Destrozares, pero que tiene poco que ver con Lo que aletea en nuestras cabezas, más allá de las referencias aéreas.
Compuesto por Robe durante la pandemia es el álbum más largo de la carrera del músico de Plasencia , 58 minutos en 10 canciones, que ha contado de nuevo con Álvaro Rodríguez en el piano y el Hammond; David Lerman en el bajo, el clarinete y los coros; Carlitos Pérez en el violín y los coros; Lorenzo González en la voz; Alber Fuentes en la batería y los coros y Woody Amores a la guitarra y también los coros. Publicado por la discográfica El Dromedario, bajo la producción ejecutiva de Alén Ayerdi.
Se nos lleva el aire es una nueva oda a la naturaleza, al viento, un trabajo artesano, labrado y biológico. Y eso se nota en una letras que no están interpretadas al antojo sino de manera que encajan perfectamente en melodías auténticas y no por repetidas dejan de ser atractivas. Su conjunto es un disco delicado, como la propia naturaleza, pero a la vez enérgico y a ratos agresivo.
Tiene algunas obras preciosistas que, sin duda, formarán parte de la gran aportación musical que ha hecho Robe a la historia (‘El poder del arte’) y algunas otras composiciones más ligeras pero que servirán para enganchar al ‘Roberismo’ a aquellos despistados que todavía no conocen su obra, por corta edad o porque hayan vivido todos estos años en una cueva como ermitaños (‘Tiembla el suelo’ o ‘Puntos Suspensivos)’
Desgranamos canción a canción Se nos lleva el aire, el nuevo trabajo de Robe.
El hombre pájaro 6’ 21”
Necesito que vengas, que vengas y me agarres ,necesito que vengas que se me lleva el aire . Venme a ver a ver, ya nada es igual, por aquí pasaba un río.
El hombre pájaro
La melancolía de Robe se hace melodía. Las costuras del músico se deshacen poco a poco en letras que hablan de lo que pudo ser y no fue, de promesas incumplidas y de resistencia ante los cambios. Poesía envuelta en música que pasa de la nana a la rítmica exhibición de poderío instrumental. El hombre pájaro es un medio tiempo que comienza con un acorde, sólo uno, rasgado por la voz de un Robe solitario que podría ser Albert Pla. Guitarras afiladas que visten una canción tierna y hecha para balancear, para solidarizarte con el de al lado o la de al lado, sea quien sea. A través de una escala de octavas va in crescendo hasta que rompe en un estribillo pegadizo. La Les Paul de Woody (mucho más suelto que en anteriores trabajos) suena pura y melodiosa. Es un tema hecho de pasajes que intercalan la balada más pura con la contundencia sin barroquismos ni distorsión. Y solo al llegar al final descubrimos que vuelve a comenzar.
Viajando por el Interior 6’ 55”
Te llevaré al Piornal para que veas el mar con mis mejores intenciones. Juré nunca perder la cabeza, no lo he cumplido, ten la certeza.
Viaje al Interior
Heredera de las pulsiones y los ritmos más agresivos del Extremoduro de la última etapa, Viajando por el Interior es un tema cañero y gritón. Guitarras distorsionadas y bien afiladas tejen melodías siguiendo el patrón de una batería atronadora. La rabia que expresa a través de sus confesiones y la agresividad de la interpretación es la de un Robe reconocible. El órgano Hammond de Álvaro Rodríguez sobresale sobre el resto con solos perfectamente engarzados y que equilibran las aportaciones más ásperas de los otros instrumentos. La canción es una especie de rueda con pausas certeras que le dan impulso. Es un artefacto potente, una de las más duras del disco y un pie en épocas pasadas de la carrera del músico placentino.
Nada que perder 6’10”
Una luz encendida, la claridad perdida busco en medio de esta oscuridad. Señales de mí mismo, sentado en este abismo con el que me suelo tropezar.
Nada que perder
El primer single de Se nos lleva el viento es una canción ‘robeniana’ perfectamente reconocible. El ritmo, la manera de cantar evocadora y las cadencias de la letra me recuerdan al Cuarto Movimiento de Mayéutica y al Segundo de La Ley Innata. La mezcla es compacta y no sobresale ningún instrumento, salvo el violín, tal vez como reclamo que llama la atención del oyente más perezoso. La letra es un claro guiño nihilista al estilo Robe hacia aquellos que piensan que no tienen nada, que vuelven a fallarle a alguien o que simplemente nacieron en la mierda. Robe les canta y les desafía a encontrar la luz en ellos mismos y en su propio fracaso. Nada que perder no consigue emocionarme porque me suena a camino trillado por Robe antes. Eso sí, es perfectamente reconocible, sobre todo como extensión de su última etapa, de ahí que hayan decidido elegirla como adelanto del disco.
A la orilla del río 4’
Mira, a veces cuando lo acaricia el aire se mece y parece que baile y a veces que se refleja en el agua se mece y parece que baila.
A la orilla del río
Es uno de los baciles de Robe en el disco. Ya la habíamos oído en directo durante la gira ‘Ahora es cuando’ y ahora podemos notar su factura en un estudio de grabación. El Sauce Llorón, como conocíamos hasta ahora a esta canción, es un tema liviano, orgánico que dirían los cursis . El riff de guitarra, coqueto y pegadizo, suena como un bálsamo y los coros y la voz de Robe acarician las notas con cambios de tono y entrelazándose como ramas. Es un tema fresco como la sombra de un sauce que incluso tiene guiños setenteros. La letra parece sacada de El Señor de los Anillos, cuando Frodo atraviesa el Bosque Viejo y sus amigos son atrapados por un gran y viejo sauce gris del que tiene que ser rescatados por Tom Bombadil. Pero seguro que no viene de ahí, o a lo mejor sí. Para nosotros será siempre la canción del Sauce.
El poder del arte 9’09”
Tal vez, si pudiera hablarte de si fuera cierto que el poder del arte bien nos pudiera salvar de una vida inerte, de una vida triste, de una mala muerte bien nos pudiera salvar.
El poder del arte
Brutal de principio a fin. Es la obra maestra de este disco y una de las mejores composiciones que ha hecho Robe nunca. Lo que comienza como una introducción preciosista de guitarra, violín y clarinete con efectos sicodélicos es rasgada como si fuera un trapo viejo por cinco palabras: «Demasiada droga solo para mi». Lo que parece un vals que no se acaba de completar vira hacia los setenta, el jazz y la salsa. Pero solo lo justo, una excusa para proclamar que “hay algo en esta canción que me enerva, como que me deja un gusto de mierda”. Y así juega con la letra y la música a pequeñas dosis para ir cogiendo forma y potencia hacia una progresión que termina con una combustión instrumental que se vuelve a reconducir suavemente, sin estridencias. La guitarra y el violín hacen dúos antológicos , arriesgados y no alcance de cualquiera. Hasta Robe se queda solo con la guitarra, sin nada de fondo, para convertirse en el Robe que nos pone el pelo de punta cuando su voz se acopla a una melodía cuya sencillez reside en la complejidad de hacerla emocionante. Esa es la magia de la música. ¿Exagero? A qué esperas para ponértela. El Poder del arte habla sobre las canciones, las composiciones y tu experiencia con ellas, de como el arte te puede salvar de una vida triste, una vida insulsa y sin sustancia. Es la mejor canción del disco, no solo por su laboriosa composición sino porque consigue transmitir, erizar la piel, ser la hostia consagrada en la misa, el orgasmo en el sexo y el agua que penetra en la boca del sediento. Es el tema más largo del disco y no le sobra ni un segundo, guiño a ‘Apocalipsis Now’ incluido. Magistral.
Haz que tiemble el suelo 5’19”
No pienso volver a cumplir ninguna condena, de ahora en adelante
Haz que tiemble el suelo
Unos arpegios de guitarra acústica (cuánto hacía que Robe no utilizaba la acústica) y unas notas de violín nos introducen en lo que pensamos puede ser otro medio tiempo. Nada de eso. Haz que tiemble el suelo es otra de las canciones agresivas del disco donde podemos escuchar al Robe más agresivo con la voz más dura y desafiante. Es el tema más flojo del disco porque no suena tan claro como los otros y es como la nota discordante en este manojo de canciones, no perfectas (salvo El poder del arte) pero sí bien resueltas. Una canción de relleno en la que hasta el estribillo parece metido con calzador.
Puntos suspensivos 5’ 52”
Recuérdame de qué está hecha la vida que a veces se me olvida la razón. Y alégrame esta amarga despedida, recuérdame de qué está hecho el amor,
Puntos suspensivos
Qué bonito arranque, qué melancólico y bucólico. Qué fuerza tienen el piano y la guitarra mientras el violín se abre paso a llantos. “Voy a enseñar mis mejores dientes” clama la voz limpia y fuerte de Robe. Y los coros cubriéndola como si fuera algodón. Emociona oír a Robe cantando. Canción banda sonora de viajes en coche con los colegas, de broche final a juegas nocturnas, de amistad infinita, de colegas hasta la muerte. Y todo sellado con la marca de un piano bello, la voz de Loren desgañitándose y el violín de Carlitos desbocado. Es el modelo de canción marca de la casa, por el que muchos se hicieron Roberistas y por lo siguen siéndolo, de esas que directo dejan al público con la boca abierta. Y como cierre un final que me recuerda al Somewhere in Time de los Maiden. Qué más se puede pedir.
Ininteligible 6’49”
Fue un descarte de Mayéutica. Con esto ya estaría casi todo dicho. Pero no. Ininteligible es una composición consistente con variaciones sobre las mismas estrofas, continuas interrupciones, cambios de ritmo y pausas características de Robe. Es una buena canción, muy digerible y que ya hace tiempo que podemos escuchar. Esas voces graves que pone Robe y que parece como que da órdenes, y el estribillo apoyado en unos coros cada vez más altos, tanto que podrían desplomarse mientras el ritmo musical se acelera. Es una de las canciones donde mejor se muestra la guitarra Woody y la sinfonía que puede llegar a desplegar con su riff.
Adiós, cielo azul, llegó la tormenta 4’19”
Hay una playa sin final y unos músicos tocando. Y hasta el mar parecía disfrutar mojándonos los pies.
Adiós, cielo azul, llegó la tormenta
La contención no es una característica de Robe, pero a veces le sale bien. En Adiós, cielo azul, llegó la tormenta escuchamos a un músico luminoso, alegre con un toque melancólico y dulce «pobrecito sol, sonriente se cayó por el horizonte vencido». Es interesante comprobar cómo Robe puede penetrar en territorios a los que no estaba llamado pero de los que su propia curiosidad se apropió. No creo que vaya a ser muy significativa en su carrera, pero aporta un aire fresco que abre otras vertientes sin explorar por los Robe. Es una buena canción para no iniciados y aquellos que todavía no estén preparados para bucear a su interior perverso.
Esto no está pasando 2’44”
Vamos a morir luchando. Vaya día me estás dando
Esto no está pasando
Guinda punki al disco. Al mejor estilo de Skape o Los Porretas, Robe consigue una canción divertida, como las de los viejos tiempos, gamberra, cínica y que devuelve al músico placentino a la juventud musical que nunca perdió. Es punk incluso en la duración, poco más de dos minutos. A pesar de ser sucia en su concepción, suena limpia y con una producción perfecta. Buen final para un concierto. Vuelve el Robe macarra que deja atrás la historia conceptual del Mayéutica y se permite meter bromas en forma de canción de las que siempre han disfrutado sus fans como Villancico del Rey de Extremadura en Canciones Prohibidas o Me Estoy Quitando en Agila.
Me ha encantado. Siempre aprendiendo. Gracias