¡Qué ganas tenía de ver a The Cure! Me da igual si Robert Smith ha cumplido 60 años o si Rock FM ha conseguido saturar mis tímpanos con la preciosa Friday I’m in Love (una de las mejores declaraciones de amor que se pueden escribir). La otra noche, para mi fue como si la misteriosa voz de Smith y las tenebrosas melodías de su primera etapa me trasladaran a aquel bosque que imaginaron en la icónica A forest.
En Lisboa, The Cure sonaron espectacularmente bien (raro para un festival), su presencia escénica fue apabullante y el trabajo de los músicos reconocido por fans más exquisitos así como por el público general que sólo buscaba escuchar los éxitos. The Cure estuvo impecable en la primera de las tres noches del festival Nos Alive. Eran las estrellas y brillaron con luz propia.
Como se puede comprobar en el vídeo completo del concierto de The Cure en el Nos Alive 19 que puedes ver en este artículo, la devoción pasaba de generación en generación. En Portugal se congregaron muchos padres con hijos y cuarentañeros con camisetas que olían a naftalina y que, por una noche, esperaban retroceder en el tiempo a una época en la que los de Crawley (Inglaterra) ponían banda sonora a sus anhelos.
Arrancaron con Shake Dog Shake, adelantando ya desde el principio que iban a arrojar un sonido robusto y un equilibrio rítmico persuasivo con un bajo que engrasaba toda la melodía y acunaba la reconocible voz de Robert Smith. Luego vinieron Burn, Fascination Street, Never Enough y Push, casi sin descanso convirtiendo el ambiente del Palco NOS en un frenética carta de presentación del grupo. Ritmos que fueron compensados por dos himnos: In Between Days y Just Like Heaven.
Mas de dos horas dónde la banda mezclaba constantemente canciones de escucha compleja con obras que ya forman parte de la historia de la música popular. Y todo desde la empatía con el público y sin una sola pose en la actitud de The Cure en el Nos Alive 19. Smith tocaba la guitarra componiendo acordes que hacían temblar al público mientras el guitarrista Reeves Gabrels y el teclista Roger O’Donnell permanecen estáticos en su sitio del escenario. Smith trasmitía su timidez con la voz y los trucos de siempre, fiel a sí mismo. Simon Gallup, el otro componente histórico del grupo, recorría una y otra vez el escenario con su bajo a cuestas.
Y después, cuando el humo sube desde el público que abarrota el Palco NOS al cielo dejando un halo blanco que envuelve como la seda la noche lisboeta, The Cure desplegó From The Edge Of The Green Sea y una de las mejores de la noche: Pictures of You, perteneciente al álbum de 1989, Disintegration. Just a Kiss, Lovesong o A Night Like This fueron de las más coreadas entre el público que abarrotaba el concierto y entre los que destacaban, además de los portugueses, los españoles y los ingleses.
Después fue el turno para los The Cure más oscuro, ése que los libros de músicos califican de rock gótico. A Forest, uno de los grandes momentos de la noche, con su minimalista ritmo de batería y bajo, junto con One Hundred Years con la voz y los teclados formando un crescendo emocional.
Quedaba poco para el fin de fiesta de The Cure en el Nos Alive y, como era de esperar, los fuegos artificiales en forma de canción dejaron a todos con la boca abierta. Lullaby, Caterpillar o Friday, I’m in Love (con todo el público absolutamente volcado) Why can’t I Be You, y para decorar la tarta: Boys don’t Cry. Y así fue, tal y como lo cuento. No hubo elementos histriónicos, idas de olla, divinas en el escenario, ni siquiera Robert Smith se dirigió al público demasiado tiempo durante el concierto. Fueron The Cure, sencilla y llanamente. Un grupo que cree en el poder de la música como el mejor vehículo de expresión artística. Y que tiene en su público al perfecto creyente.
Bendiciones.
The Cure es uno de mis grupos favoritos.
Recomiendo unas escapadas de fin de semana a Uruguay.
Saludos.