
Andar durante dos semanas con 200 peregrinos no es una cosa que se haga todos los días. Durante estos días estamos recorriendo con ellos camino de Nidaros, en Noruega, una ruta que une Oslo con Trondheim atravesando parajes increíbles. En este caso no estamos realizando el itinerario completo pero si que pasamos por algunos de sus puntos más emblemáticos como el Parque Nacional de Dovrefjell, hogar de fauna singular como el buey almizclero, un bóvido adaptado al clima ártico a medio camino entre los verdaderos bovinos y las cabras.


Iniciamos nuestro periplo en Jevnaker tras una visita a una de las fábricas de cristal más antiguas de Noruega. Durante los 26 km. de la primera etapa el camino discurre por un paisaje rural exquisito: prados verde intenso, lomas suaves cubiertas de bosque y campos de cultivo salpicados de idílicas casas rojas. Las subidas y bajadas por sendas se alternan con algún tramo de carretera apenas transitada. Nos movemos a ritmo de gran grupo, lo cual permite pararse a fotografiar y contemplar con más detenimiento los detalles del paisaje. Visitamos también la Iglesia y cementerio de Jevnaker, situados en un entorno idílico y separados de la población. Tras un largo día y con la espalda molida llegamos a nuestro destino, Granavollen.


La dura jornada ha dejado a la mayoría de peregrinos cansados y con las piernas resentidas pero con mejor espíritu después de una cena reparadora.

Nuestro segundo día de trayecto empieza realmente nublado, y esa parece que va a ser la tónica de las próximas tres o cuatro jornadas. A pesar del riesgo de mojarnos, el verde del paisaje se intensifica y el permanente olor a bosque húmedo nos recuerda que estamos en Escandinavia. El camino asciende progresivamente y los últimos campos dejan paso a los bosques de abeto característicos de la taiga.

En un día intenso visitamos la pintoresca iglesia de Tingelstad, un museo donde nos enseñan las distintas construcciones tradicionales de Noruega (con tentempié de zanahoria incluido), subimos a una colina donde tres cruces marcan el supuesto de paso de San Olaf y finalmente alcanzamos el final de la etapa en Åstjern, un paraje tranquilo rodeado de abetos.


Nuestra tercera etapa empieza con un pequeño tramo de autobús que nos deja en el lugar donde a la expedición se le unen unos carros que transportaran la Cruz de San Olaf (símbolo del camino) y una figura de madera de Santiago. Una vez preparados iniciamos el resto de la etapa en dirección a la blanca iglesia de Kolbu donde nos avituallamos. A partir de este punto el sendero alterna campos de trigo y cebada con pequeñas manchas de bosque hasta Hoffsvagen donde una luz cálida y limpia -la primera en todos estos días- nos recibe.
Hoffsvagen, Noruega
20 de julio de 2012
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