¿A Extremadura en Tren? Ni de coña

un tren digno para extremadura
Un camino a ninguna parte. El ferrocarril extremeño se cae a cachos. Es el peor de España.

“Viajar en tren tiene algo de romántico, de literario e incluso de mágico. Es, según todos los viajeros con los que he hablado, la mejor manera de emprender viaje, de poner tierra de por medio, de visitar cualquier país.” Esto fue lo que le dije en una ocasión a un amigo extremeño con la confianza que da el quinto vino. Tardó poco en mandarme a la mierda.

En una región en la que no funciona ni la megafonía de los vagones, hablar de ir en ferrocarril a cualquier parte es un anatema, un tabú, poco menos que mentar la independencia de Cataluña o elevar los ibéricos de Jabugo por encima de los que se crían en la Sierra Suroeste de Badajoz. Aquí el tren no es un medio de transporte, es un problema sin resolver, una deuda de todos lo gobiernos que han tratado a Extremadura como un residuo al que se puede seguir ignorando porque no protesta. Pero eso se acabó por que los ciudadanos quieren un tren digno para Extremadura

Comprar un billete de tren para ir, venir o circular por Extremadura se está convirtiendo en un deporte de riesgo. El 15% de las traviesas que circulan por la región son del siglo XIX. Se pusieron entre los años 1876 y 1889 por la empresa Besseguer. Desde luego han salido muy buenas esas traviesas. Fueron una gran inversión que está más que amortizada.

Si al año hay alrededor de 10.000 servicios, 1.000 de ellos tienen incidencias, es decir, retrasos de más de media hora siendo generosos, la mayoría provocados por averías en el material. La conexión entre Badajoz y Madrid es una de las más caras de toda España, la que más paradas tiene, la que más tarda y la única que no tiene ni AVE, ni Talgo, ni Alvia. El viaje se realiza en tren de media distancia. Ni siquiera un tren decente. Una modalidad con vagones preparados para hacer 300 kilómetros. El problema es que desde Madrid a Badajoz hay 400.

Desde la capital pacense hasta Madrid se tarda 5 horas y 22 minutos en tren. Son 460 kilómetros y 11 paradas: Leganés, Torrijos, Talavera de la Reina, Oropesa de Toledo, Navalmoral de la Mata, Monfragüe, Mirabel, Cañaveral, Cáceres, Mérida y Montijo. El billete cuesta 40,75 €. En coche se tardan 4 horas. Una de las muchas circunstancias que explica porqué se tarda tanto, aparte de las que he explicado antes, es que no hay doble vía. Esto quiere decir que en algún punto cuando se cruzan dos trenes, uno habrá de pararse en la estación más cercana para evitar un accidente. Y esto provoca cancelaciones, retrasos….Y así con todo.

Traviesas siglo XIX, un tren digno para extremadura
Una traviesa del siglo XIX. Como éste ejemplar en clara vía de extinción hay a cientos en Extremadura.

Extremadura es la única comunidad autónoma que no dispone de larga distancia, un tren digno. Los trenes alcanzan una velocidad media de 80Km/h pero hay muchos tramos de 50 y 60 km/h. Es junto con Murcia, la única que no tiene ni un sólo kilómetro de línea electríficada lo que implica una pérdida de calidad en el servicio brutal. Cada 11 horas se produce una avería.

Decía Paul Theroux que “un tren no es un vehículo. Un tren es parte de un país. Es un lugar.” Theroux publicó en 1975 uno de los grandes libros de viaje que perdurará por los siglos de los siglos: El Gran Bazar del Ferrocarril. Narra la historia de un viaje en tren desde la Estación de Victoria hasta Tokio. No paró de subir a los más variopintos gallos de hierro que le llevaron por medio mundo, por Turquía, por Siberia, por Extremo Oriente. En tren. Sobre raíles. Viéndolo todo a través de la ventanilla.

Podría hacer broma y decir que Julio Verne no planeó por Extremadura su Vuelta al mundo en 80 días porque no se cumpliría su plan ni de coña. Y que Agatha Christie no podría haber escrito sobre ningún asesinato en un tren Badajoz-Madrid porque el asesino no tendría el suficiente tiempo para cometerlo debido a las continuas paradas y averías en los trenes.

Y es cierto que no hay nada como el tren para viajar. Nada como este cordón umbilical metálico para atravesar pueblos, ciudades, países, continentes y planetas. Por eso, se hacen más justas si caben las voces de cientos de miles de extremeños que claman por un tren digno, una infraestructura que combine lo romántico con lo práctico, el llegar a tiempo justo con la idea de recreación imaginaria del viaje.

Viajar en tren por Extremadura es más que una aventura romántica un suplicio interminable. El tren te trae y te lleva. Así de sencillo. Así de simple y de misterioso.

Y así de difícil para los extremeños.

5 COMENTARIOS

  1. ¡Bendiciones!

    Los viajes en tren son románticos pero en tierras extremeñas quizá sería difícil aplicar ese adjetivo y lo romántico quedaría más para los coches.

    Saludos.

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