Hoy os voy a hablar de Roger Minick, un fotógrafo de viajes. Podríamos calificarlo así: el fotógrafo de los turistas. Va de viaje para hacer fotos. Necesita viajar para fotografiar. Su cámara le pide alimento en forma de viaje. El viaje es consustancial a su hecho fotográfico. Vaya novedad, pensaréis. Pues si, mis pequeños padawans, sí que la hay y de las buenas, por eso he decidido traer a este buen hombre hasta aquí y hacerle un hueco en el corazón de VRyF.
Roger Minick fotografía turistas.
No le importa donde, sólo le importa el quién. Quién visita los lugares turísticos a los que él va a hacer fotografías. Así de sencillo y a la vez de complejo. Ya sé que después de leer esto os pueden venir a la cabeza algunas imágenes icónicas de Martin Parr. Pero no. Parr es un gran fotógrafo que retrata nuestra sociedad a través de lo bizarro, de lo kitch y de lo absurdo, extrayendo buena parte de su material del hecho turístico. Pero Minick y Parr no tienen nada que ver más allá de que ambos fotografían en color.
Y eso que Minick iba para algo así como un moderno Kertesz, y si no mirad esta foto:
Pero el viaje y la impresión que deja en las personas se presentó sin avisar en la vida de Minick gracias a Ansel Adams. En el año 1976 fue invitado a un taller que el maestro del blanco y negro ofrecía en el Parque Nacional de Yosemite. Minick recuerda cómo los alumnos ponían sus cámaras en el mirador Inspiration Point a la espera de que el gran hombre les diera el visto bueno. Casi todos hacían las mismas fotos con la misma composición y la misma exposición. «No pasó mucho tiempo, sin embargo, antes que me diera cuenta de que había algo más en juego en aquel mirador: oleadas de turistas llegaban continuamente al aparcamiento. Venían para tener una visión clara de la famosa vista pero también para retratarse ellos mismos demostrando que habían estado allí», explica Minick.
Como muchos otros fotógrafos, Minick miraba a los turistas con desdén, ni por asomo los había considerado un «sujeto» fotografiable. Él, por aquel entonces era una paisajista que seguía las consignas más o menos rígidas de los pictorialistas. «Yo quería fotografiar en serio» , sentencia. «Sin embargo, en el transcurso de esos días comencé a sentir que estaba presenciando algo exclusivamente estadounidense, algo que de repente me entraron muchas ganas de fotografíar.» Aquella especie humana tenía su propio género, su propia categoría que él llamaría Turista Americanus (Sightseer Americanus)
Nuestro amigo también es un acordeonista en ciernes
Tres años después, emprendió viaje con su esposa Joyce con el único objetivo de retratar turistas. Se montaron en su Camper VW y pusieron carretera y manta por todo el oeste de Estados Unidos. «Durante ese primer viaje fotografié en blanco y negro, y aunque mientras disparaba me sentía muy bien, no fue hasta que llegué a casa y vi el resultado cuando me di cuenta de que a aquellas imágenes les faltaba algo.» La ironía y el humor que le habían transmitido las coloridas vestimentas de sus retratados yuxtapuestas contra el paisaje circundante no estaban en aquellas fotografías. Con el blanco y negro, esos importantes matices se perdían.
Inmediatamente decidió que tenía que fotografiar en color. Enseguida vio los resultados. Aquello sí se correspondía con lo que él intentaba transmitir. Así que poco a poco conformó una manera de trabajar. Una cámara de formato medio con un flash, eso era todo lo que necesitaba Minick para sus retratos de turistas. «Me pasaba largas horas plantado en los miradores, buscando que coincidiera la persona correcta o un grupo o una pareja con el fondo exacto que constituyera una imagen convincente. A veces era solo el estilo de la ropa o los colores de la gente lo que me llamaba la atención. A veces era su medio de transporte, o las cosas que traían con ellos -sus cámaras, móviles, radios, mascotas- lo que me atraía. A menudo también me seducía la interacción dentro de un grupo, con la esperanza de que yo pudiera capturar una cierta dinámica familiar.»
Para conseguir la deseada foto, Minick les explicaba a los turistas que estaba recorriendo Estados Unidos para fotografiar el turismo que había en los lugares emblemáticos. Cuando accedían, el fotógrafo se colocaba y no hacía más de 3 disparos. Después también les hacía otra foto con una Polaroid para que se la llevaran de recuerdo. Ahora podrían costar una pasta esas fotos. A algunos turistas les decía que «esperaba que el proyecto tuviera valor cultural y pudiera ser visto en los próximos años como una especie de capsula del tiempo en la que comprobar cómo eran los americanos de finales del siglo XX.» Y yo creo que lo ha conseguido.
Sus fotos de turistas aparte de tener ese ingrediente de originalidad que provoca que fijemos nuestra atención en ellas creo que también es un derroche de arte contemporáneo. Sus fotos son inquisitivas, interrogan al que las mira sin piedad. ¿Qué hacen allí aquellos personajes? ¿Cómo y cuándo decidieron acudir a aquel lugar? ¿Cómo lo están pasando? ¿Qué les parece? ¿Qué piensan del sitio? Incluso, como en cualquier buena foto de grupo se puede ver en las caras de cada uno cuál es la relación entre ellos.
Hay algunas de una perfección formal abrumadora y otras que parecen tiradas inconscientemente pero que son igualmente potentes. Podemos hablar incluso de un metafotógrafo. Está claro que la mayoría de la gente que acude a estos lugares, vulgares turistas, son gente que se coloca detrás del visor, roba varias imágenes con su cámara del lugar y se va. Ni siquiera se sienta, se planta delante y aspira hondo para ver a qué huele el sitio, ni siquiera piensa cómo aquella maravilla pudo estar allí, en el caso de los monumentos históricos, quién lo construyó, cuanta gente se dejó la vida para que otros ahora podamos admirar tanta belleza….En fin, las preguntas típicas para los que muestran algún interés por los lugares que deciden visitar. Y Minick está allí para inmortalizar ese momento en el que estos ciudadanos con piel de turista se plantan delante de alguna maravilla a la espera de que su belleza los haga algo mejores.
Así que ya sabéis queridos viajeros, la próxima vez que piséis un lugar emblemático de los United States si véis a Minick acechando poned cara de turista.
Wow!
Muy interesante el trabajo de Minick. A mi me interesa la fotografía aunque no he tenido la oportunidad de profesionalizarme. Les recomiendo unas escapadas a http://donjoaquin.com/es/blog/187-desconectate-durante-una-escapada-a-san-jose-uruguay.html
fotografiar el campo es una experiencia inolvidable.
¡Bendiciones!
Muy buen articulo gracias por su aporte