No soy crítico de arte, ni siquiera entiendo de fotografía, solo sé que Alberto García-Alix es la razón por la que amo la fotografía. Pero no me preguntes porqué. Sus fotos me enseñaron que la palabra no es suficiente, y sobre ellas vuelvo una y otra vez como remedio ante la mediocridad. Me enseñó que la destrucción también es bella, y que cuanto más cercano más extraordinario.
Recuerdo la primera fotografía suya que vi, era la cantante Alaska enfundada en un traje volátil. Su pose tenía más de escultura griega que de cantante pop. Esa era la clave, el propósito del autor. Todo lo que ella encarnaba, la historia de una generación, estaba enfundado en una actitud absolutamente consciente y reglada.
Creo que llegué a Garcia-Alix a través de la música, no a través de la imagen. Aunque, bien pensado una me llevó a la otra. Como iconos de una generación me atraían las tachuelas, el cuero, el pelo largo y los tupés. Esas miradas perdidas, soñadoras y que se plasmaban en las sales de plata con la precisión de una cirugía. Y, ahora no me digáis que fue el fotógrafo de la movida, que cayó a los infiernos y resurgió, que es el retratista de la transición democrática ( y yo me pregunto ¿es que hubo otra?) y todos los tópicos que le rodean, porque sería quedarse en la superficie.
Cuando retrata su mundo, retrata una generación, un modo de vida y unos años claves en España, pero sobre todo profundiza con su visión en un costumbrismo que los historiadores aún se niegan a enseñar. Porque su fascinación por el laboratorio nació al mismo tiempo que sus devaneos con las drogas. En un cuarto oscuro se dió el primer chute. Todo era un juego, hasta que se topó con la fuerza de las imágenes de Agust Sander. Aquello se volvió serio, había visto que lo que él intuía en el visor cobraba forma.
He tenido el lujo de estar junto a él 3 días, mano a mano en un taller de fotografía organizado por Coberturaphoto y he aprendido de su pasión por enfrentarse al otro, no esquivarlo, y aprovechar las ocasiones en las que el ojo satisface a la mirada.
De su biografía, lo ha que hecho y cómo lo ha hecho no os voy a contar nada. Todo ya se sabe. La movida, la heroina, las motos, el rock…son sólo palabras para encasillar un arte que no tiene puertas, sólo luz. Ni siquiera blanco y negro, sino miles de matices de grises.
Prefiero contaros lo que realmente ha cincelado su mirada, lo que le ha hecho madurar y, por lo tanto, sufrir, las fotos que nunca hizo. Son como estacas clavadas en su corazón. Clavadas por su cámara, la muy salvaje. Se olvida de las satisfacciones que Alberto le ha dado, y se lo paga riéndose de sus vergüenzas, exprimiendo sus momentos de flaqueza.
Todo encajaba aquella mañana. La luz, el decorado y ella…su abuela. Fumaba un cigarrillo después de desayunar y vestía una bata rosa abierta de la que colgaba un pecho. Alberto sabía que esa imagen duraría segundos.
Debía ser rápido. Armarme de valor. Luego, una vez la cámara en la mano, ya sería fácil. Tendría, qué menos, precio seguro. Pero la cámara, la maldita cámara, reposaba por mi culpa, silenciosa, en una silla a mi lado y hasta parecía avergonzada de tener por compañero a un gallina que no hacía otra cosa que, lleno de furor, gritarse «hazle la foto», «hazle la foto».
No tuve el coraje. Tampoco lo intenté. Tampoco pedí nada.
Extraido del texto «El arma de un crimen»
Moriremos Mirando, Alberto García-Alix.
Murió su hermano Willy. Su joven cadáver, envuelto en un sudario blanco y rodeado de cirios y flores, a Alberto le parecía épico bajo la luz de toda esa parafernalia. La maldición del pecado original y el dolor del eccehomo se traslucía en su figura.
Tenía frente a mí el gran retrato que yo deseaba de mi hermano. Supe que esa foto, de hacerla, nos redimiría a los dos. Pero por Dios, antes de nada necesitaba un milagro, pero no el de poder volar como los pájaros para ir y volver de mi casa rápidamente trayendo el equipo de trabajo. El que yo requería precisaba todoa la ayuda divina para que milagrosamente desaparecieran de allí todos los que estaban: padres, hermanos, abuela…
No hubo milagro, se chingó la foto y recibí una nueva herida. Poco importa. Los trapecistas a la pista…El espectáculo debe continuar.
Años más tarde, con la camisa más personal y carismática de Willy, le hice, en su eterna ausencia, una fotografía, su retrato.
Extraido del texto «El arma de un crimen»
Moriremos Mirando, Alberto García-Alix.
Consciente, cojo la cámara. Él ha vivido siempre asomado al abismo, y yo ahora tengo vértigo. No hay vuelta atrás, voy camino de donde no se vuelve.
[…] Las fotos que Alberto García Alix no hizo blog.viajesrockyfotos.com/las-fotos-que-alberto-garcia-al… por JRAlvaroGonzalez hace 2 segundos […]
Amigo, muchas gracias por acercarme a este genio. Estos tres días a su lado lo he conocido como maestro de la fotografía, pero sobre todo como una persona apasionante, con mucho q mostrar al mundo y además mostrarlo como el gran genio que es.
Gracias.
Es cierto, han sido tres días apasionantes. Me lo he pasado genial en el curso y me llevo un recuerdo imborrable. También ha contribuido a ello la buena gente que había en el curso, el gran anfitrión que estás hecho y que hayamos echado unas buenas horas hablando de fotografía y otras cositas interesantes. Ahora ya sabes, hay que poner en práctica lo aprendido para que se integre de manera total a nuestra manera de mirar.
Hello, Zé Ramón. Me he acercado a tu blog por indicaciones de Manuel Espacio (¿lo conoces?, quizás las cervezas de El Cateto y la Internacional te hayan hecho perder la memoria, aunque no lo creo -hipótesis improbable-).
Te agradezco este curro de blog, me has hecho acercarme a Los Sopranos y a The Wire (nunca creí en las series televisivas, llevo tres capítulos de Los Soprano y no va mal la cosa. Espero tener pronto la primera temporada de la otra, ya te diré).
Bueno, el tema fotográfico no lo comentamos, me gustó tu apasionamiento por la figura de Alberto García-Alix y preferí escuchar. Me mola lo de la fotografía desde tiempos del analógico, pero siempre en un nivel de aficionado a tiempo parcial. Estoy intentando llevar un blog fotográfico sin palabras, dándole un toque conceptual (me estoy poniendo pedante, pero no sé como decirlo suaxintamente). Ya te indicaré cuando le vaya dando forma.
Me parece de gran nivel este tu blog, ya sabes, resiste hasta que aguante la maquinaria (¡ahy, como hecho de menos a Vicentín).
Pues ya tengo ganas de ver esas creaciones fotográficas. Me juego lo que quieras a que no son simples instantáneas. En cuanto a las series, ten en cuenta que The Wire y Los Sopranos son 2 de las obras audiovisuales más grandes que se han creado. Son brutales y cuentan muy bien historias aparentemente normales. Cuando terminan te quedará ese vacío de «¿y ahora qué?»
Espero que no tardemos otros 20 años en volver a vernos, y que podamos pronto comer unos caracoles de nuevo en El Cateto, en Olivenza o donde de sea. A lo mejor incluso en Cazorla, que tengo ganas de ir para allá a vivir de lleno el Blues.
Y que viva La Hora Chanante.
Ujier chiquitico, que entre M.Jackson haciendo el Moonwalker
No lo conocía Jose Ramón, gracias por descubrirme a este genio. En esos años probablemente por el momento histórico y por las relaciones que se crearon entre artistas, salieron probablemente la mayor colección de «genios» que ha dado este país y la mayoría son unos desconocidos o están atrapados bajo determinadas etiquetas..Un abrazo
No lo conocía Jose Ramón, gracias por descubrirme a este genio. En esos años probablemente por el momento histórico y por las relaciones que se crearon entre artistas, salieron probablemente la mayor colección de «genios» que ha dado este país y la mayoría son unos desconocidos o están atrapados bajo determinadas etiquetas..Un abrazo