
Si leíste la anterior crónica recordarás que nos habíamos quedado en el Gran Cañón del Colorado, una impresionante obra de la naturaleza de proporciones gigantescas y capaz de abrirle la boca al mayor urbanita. El pueblo más cercano al Gran Cañón, aparte de Grand Canyon Village, es Tusayan que se encuentra unos 5 kilómetros. Estamos en Arizona y es un lugar perfecto para alojarse a no ser que nos guste dormir en plena naturaleza con todos los inconvenientes y ventajas que eso tiene.

La nieve en este punto del viaje pasó de ser un riesgo a ser un ingrediente que hacía aún más bello el paisaje y la experiencia. Aguantamos el temporal, aprovechamos los recursos y nos dieron su premio.

En abril, es raro que nieve por esta zona de Estados Unidos principalmente poblada de bosque y piedra rojiza. Como en Monument Valley, nuestra siguiente parada. Por un paisaje totalmente agreste y desértico salpicado por algún Mitten llegamos a Kayenta, Arizona.

Es difícil encontrar en este pueblo alguien que no sea indio navajo, nosotros al menos no hemos visto a casi ningún rostro pálido por aquí. Es su territorio, su «reserva». Allí conocimos a May, un indio navajo de los aproximadamente 80 que viven en la reserva de Monument Valley. Un lugar mágico, espiritual, sosegado y con una riqueza paisajística enorme. Cada piedra es una figuración, cada camino es un recorrido hacia el pasado y cada indio es un anclaje en la tradición.

Monument Valley es uno de esos lugares soñados pero también imaginados como son.

Y de un sitio mil veces visto, aún sin querer, pusimos rumbo a otro no tanto: Antelope Canyon. Un nuevo capricho natural, en este caso de un tamaño muy reducido lo que nos permite adentrarnos por él y ver las caprichosas texturas y formas que la luz arroja sobre la piedra. Lógicamente ninguna hora es igual y ningún día se parece al anterior.
Page, en Arizona, es acogedor, amable y trata bien al viajero. Su cercanía con Antelope Canyon y con el Lago Powell hacen de él un destino frecuente para los propios americanos. Aún así, mezclarse con los ciudadanos de Page es tan sencillo como entrar a comprar en cualquier establecimiento o beber una cerveza en la bolera.
Punto de nexo entre el Grand Canyon y Las Vegas, Page es para el viajero un buen lugar donde tener cama, comida y buenas historias para contar.
400 kilómetros separan Las Vegas de Page, 5 horas en coche por carreteras desérticas, pero con un paisaje que se repite constantemente y a veces no está a la altura. Sólo la autopista que lleva desde Hurricane hasta unos 20 kilómetros más adelante y que penetra en el interior de la roca es bella e intensa.
Llegar a Las Vegas no es como había imaginado, no tiene nada de mítico, es sencillamente como llegar a cualquier otra ciudad. A partir de ahí, Las Vegas es igual de inmaterial, recargada y poco atractiva.
San Francisco(California)
California, 15 de abril de 2011
Me encantan las fotos, realmente increíbles!! No puedo esperar a estar yo también recorriendo esas carreteras… ains que ganas de que llegue ya agosto…
Un saludo!
Hace tiempo que te sigo en twitter, pero nunca llegué a entrar en el blog… y que magnífica entrada con el post que acabo de disfrutar. Envidia sana me corroe por las venas ahora mismo 🙂
Japón y los USA son destinos que todavía no he disfrutado pero espero hacerlo pronto. De mientras: gracias por llevarnos en tu mochila!
David.
Impresionante la serie USA, las fotos son sobrecogedoras.