Bajó de dos en dos las escaleras que conducían al camerino del Saville Theater, en el barrio londinense de Candem. Casaca granate con ribetes dorados, sombrero negro de ala ancha, pantalones azules y en la mano izquierda una bolsa de papel estraza envolviendo un disco. Su banda, la Experience, le esperaba inquieta en el interior de aquella habitación inundada por una luz amarillenta que provenía de las bombillas de la zona de maquillaje. Jimi sacó aquel vinilo que llevaba como si fuera un tesoro. Lo colocó en el tocadiscos y dijo: «Vamos a hacer una versión de ésto, y vamos a arrancar el concierto con esta canción». El resto de banda escuchó sorprendida las palabras de Hendrix e incluso el bajista, Noel Redding, llegó a decirle que interpretar aquello era un insulto. Sentir las notas en sus dedos encima del escenario y ver cómo las caras del público se transformaban del estupor a la emoción de vivir algo único hizo que cambiara de opinión. Estaban interprentado algo muy grande y todos los que estaban aquella noche en el Saville Theater de Londres sabían que sería histórico.
Ocurrió el domingo, 4 de junio de 1967. Sólo habían pasado 3 días desde que se publicara Sgt Pepers Lonely Hearts Club Band de The Beatles, el disco que cambiaría el concepto de la música rock, el negocio, la industria y el mundo de la cultura popular que había surgido a mediados del siglo XX y que ya no sería el mismo nunca más. Aquel disco fue un terremoto en el mundo del rock. En los umbrales dele verano del amor, los Beatles ofrecen este colorista disco conceptual donde una hipotética banda del Club de los Corazones Solitarios del Sargento Peppers enhebran enigmáticas (Lucy in the sky with diamonds) piezas con momentos sentimentales (She`s leaving home, When I’m sixty four), rock estallante y ecos del music hall, letanías místicas (Within you, without you) e himnos al calor humano (With a little help from my friends). Cerrando, el monumental A day in the life, un turbulento y opaco viaje sonoro.
Los Beatles habían conquistado el mundo. «Somos más famosos que Jesucristo», llegó a decir John Lennon. Estaban cansados de las giras y hastiados de tanta Beatlemanía (griterío y fans incontrolables). Vendían millones de copias de sus trabajos, eran estrellas de la música después de sólo 6 años de existencia como formación. El agotamiento era brutal tras giras extenuantes y una promoción sin tregua por parte de EMI, su compañía discográfica, que quería sacar el máximo rendimiento de la gallina de los huevos de oro. Así que en 1966 tomaron un decisión transcendente: no iban a dar más conciertos. La industria del directo no estaba a la altura de la notoriedad que por aquellos días alcanzaba la banda de Liverpool de manera que los directos se habían convertido en experiencias frustrantes.
Toda la energía de los conciertos fue trasladada a los estudios donde los Beatles desafiaron los límites de la técnica inventando nuevos sonidos y creando una batería de trucos de grabación. También desafiaron los modos de la industria discográfica, no querían que sus discos fueran simples recopilaciones de singles como hasta ahora venía sucediendo. Desde sus inicios, la banda de Lennon, McCartney, Harrison y Starr había publicado canciones sueltas en formato single que luego se agruparían sin orden ni concierto dentro de algún long play. Pero en los últimos meses, sobre todo temas como Strawberry Fields Forever, compuesta en noviembre de 1966, mostraban tímidamente ese cambio de concepción que se cristalizaría en el Sgt Peppers. Nuevos instrumentos, nuevos arreglos, nuevos planteamientos y nuevos horizontes.
Con Rubber Soul ya habían experimentado las posibilidades del estudio, habían vivido y conocido en profundidad un estudio de grabación. Cada vez afinaban más, hacían lo mismo pero con mayor conciencia musical. En él no dejaron de ampliar horizontes. Supongo que el éxito le dio la suficiente confianza para intentar cosas que antes no se atrevieron a hacer. Habían madurado y la hierba había dejado también su impronta en las composiciones. Rubber Soul ya indicaba el rumbo que estaba tomando el grupo. Luego vino Revolver a confirmar esa tendencia. En realidad es como si fuera el volumen II del Rubber Soul. Sus ideas empezaban a tener más peso en el estudio e incluso comenzaron a decirle al productor, George Martin, también conocido como el quinto Beatle, lo que querían incluir o cómo querían sonar.
Pero no se puede entender una obra como el Sgt. Peppers sin su contexto. En 1967, Gran Bretaña estaba gobernada por el partido Laborista, con Harold Wilson a la cabeza. Entre sus medidas más populares se recuerda la despenalización de la homosexualidad y el aborto así como una relajación de las leyes que regulaban el divorcio. Gran Bretaña había salido del hoyo económico que supuso la II Guerra Mundial aumentando el poder adquisitivo de las clases medias y trabajadoras. El mejor reflejo de todo ello era el ambiente del Swinging London, lleno de boutiques, tiendas de moda y jóvenes con la cabeza llena de flores por fuera y por dentro.
Por primera vez iban a hacer un disco que no había que tocar en directo. Era lo que querían. No había que subirse a un escenario y tocar eso, podían hacerlo solo para ellos. Según Martin «pasábamos mucho tiempo en el estudio. Seguíamos haciendo las pistas básicas, como siempre y después tardábamos semanas en meter los extras. No se grabó en plan grupo, que te aprendes las canciones. Empezaron a grabar por partes.»
Fue un trabajo muy concienzudo. Los Beatles sabían que estaban pasando a la historia mientras lo hacían. Eran conscientes de la grandeza de lo que tenían entre manos. La inspiración en él es descomunal. Los Beatles concibieron el Peppers como un album conceptual, una especie de suite discontinua pero con varios elementos comunes que ligaban el conjunto. Y salió el mejor album de la historia del Rock.
Los Beatles querían que el St. Peppers tuviera un color totalmente distinto a los anteriores discos de la banda. Un arma diferente que se percibiera globalmente a través de la música de cualquiera de sus canciones. Para lograrlo cambiaron radicalmente la técnica de grabación. En Peppers el estudio se convirtió en el laboratorio de experientación dirigido por el alquimista del sonido, el profesor George Martin. Todos los instrumentos y todas las voces se grabaron con algún tipo de manipulación. Distorsionaron, ecualizaron, pusieron eco, comprimieron…introdujeron muchos instrumentos que nunca habían tocado y contaron con la participación de un centenar de músicos de estudio, desde orquestas sinfónicas a grupos hindúes.
Una de las ideas centrales del Peppers era mostrar a los Beatles como una banda renovada, como un grupo que se ha metamorfoseado en otra cosa, una especie de banda municipal de un país de ensueño. Todo el album estaba dedicado a alimentar la fantasía, desde la portada con los Beatles disfrazados de Peppers al lado de los muñecos de cera de los viejos Beatles hasta el recortable interior que incluía un bigote, unos galones de sargento y demás quincallería en cartón multicolor. La contraportada también tenía lo suyo, por pimera vez un disco incluía las letras de las canciones. El color rojo intenso de la contraportada estaba pensado para crear un leve estado alucinógeno tras pasar un rato leyendolo. También tenía una portada desplegable, algo que también hicieron ellos por primera vez. Los Beatles estaban definitivamente un paso por delante del resto en aquel momento, incluyendo la madurez de sus miembros. Veinteañeros pero con capacidad para mirar por su propio futuro.
«Echando la vista atrás comprobamos que Pepper fue todo un icono y creo que cambió el concepto de grabación hacia una nueva forma de arte». Totalmente de acuerdo con Martin.
Bendiciones.
La música de The Beatles ha traspasado fronteras, idiomas y generaciones.
Recomiendo unas escapadas de fin de semana a Uruguay.
Saludos.
Es evidente que ese periodo de la historia quedo marcada para siempre, que buena publicación
una de sus tantas canciones me marco, y fue porque me la dedico una persona muy especial.
YESTERDAY, la adoro. gracias por traer tantos recuerdos a mi mente