España es cainita, no lo puede remediar. Yo pensaba que esto cambiaría con las nuevas generaciones pero me he dado cuenta de que seguimos siendo igual de malos entre compañeros de profesión, sobre todo entre periodistas pero también entre fotógrafos, y que esa falta de corporativismo y lealtad hacia el trabajo del otro no ha hecho sino ganar fuerza y viralidad gracias a las nuevas herramientas de comunicación.
Digo esto porque le están lloviendo las críticas a Cristina García Rodero a propósito de unas fotografías que ha realizado a los Príncipes de Asturias, Don Felipe y Doña Letizia, en familia junto con sus hijos. Unas estampas de lo más normales que se la Casa Real ha encargado con motivo del cumpleaños de doña Letizia (40 años). Y es ahí precisamente donde radica su mérito. Creo que la Rodero ha hecho un trabajo excelente y, no solo eso, sino que ha abierto puertas y roto mitos en torno a un tipo de fotografía autovetado por todos aquellos que quieren ser «artistas».
Cristina García Rodero es una artista y no va a dejar de serlo por hacer aceptado el encargo de la Casa Real. Con las fotos de los Príncipes, la Rodero está completando una brillante carrera como reportera y antropóloga social. Sería largo y tedioso recordar a todos los pintores que retrataron a Reyes y Reinas en las últimas centurias pero basten dos ejemplos: Antonio López, el más reciente, y Francisco de Goya, el más expuesto. Rodero ha querido con sus fotografías dejar constancia también del momento que le llega a España, con una sucesión en la Corona cada vez más próxima y unos herederos que representan una esperanza para el futuro del país. Así al menos es como yo interpreto las luminosas imágenes captadas con su cámara.
¿Necesita estas fotos la socia de Magnum para vivir? No lo creo. Después de 40 años dedicada a captar las tradiciones que todavía encierra este mundo y, en especial, España, lo que la ha hecho convertirse en la mejor fotógrafa de este país, no creo que las motivaciones sean económicas. Sin embargo, la Casa Real sí ha querido que Rodero, como exponente de las tradiciones y culturas de un país que se dejó atrás a muchos territorios durante la transición sea la encargada de retratar a los futuros ocupantes del Palacio de la Zarzuela.
Y lo que me parece más importante, no sé si consciente o inconscientemente, Cristina García Rodero consigue dignificar la obra de tantos fotógrafos que se dedican a inmortalizar los momentos más íntimos de las personas, fotógrafos de familia, de boda… La fotografía de familia o fotografía social siempre estuvo infravalorada por talibanes de la ética y la estética fotográfica. Los llamados «fotógrafos artistas» nunca quisieron ni siquiera acercarse a ellos por si se les pegaba algo malo, pero resulta que este colectivo guarda la esencia de la fotografía que no es otro que convertir un momento de la vida en eterno. Fotógrafos que consiguen que una sensación cobre vida cada vez que contemplamos una imagen, que se nos revuelvan las tripas si aparece un ser querido que ya no está vivo o que sonriamos de oreja a oreja si revivimos una situación que en su momento fue agradable….En fin, como dice mi admirado Navia, todo está en «la lata de membrillo».
La Casa Real ha cogido a la mejor fotógrafa que hay en España, y Cristina García Rodero ha hecho lo que mejor sabe hacer: fotografía.
De acuerdo, José Ramón, no hay que ser tan «exquisito» y cuando alguien ha demostrado sobradamente quien es dentro de la fotografía, puede hacer, llegado el momento, lo que le parezca oportuno si lo hace bien y es el caso. Además, la semejanza que haces con la pintura es clara y significativa, incluso mal pensado, ¿no crees que a más de uno/a que alzan la voz, hubiesen aceptado el encargo si se lo ofrecen?