Once cosas que aprendí sobre el Titanic en Belfast

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El museo Titanic Belfast se erige en el mismo lugar donde se construyó el Titanic

En poco menos tres horas el barco de pasajeros más grande jamás construido y más famoso del mundo se hundió. Eso no formaba parte de los planes de Thomas Andrews, su diseñador, que murió ahogado tras el naufragio. En tan sólo 37 segundos ocurrió todo: el avistamiento del iceberg y el choque. ¿Iba demasiado rápido el Titanic? La eterna cuestión del mayor desastre marítimo que después se confirmó. Dejó 1517 víctimas, de un total de 2223 pasajeros. Tres metros de rajadura en cuatro de los dieciséis compartimentos del buque, algo ínfimo teniendo el cuenta las dimensiones del buque, bastaron para mandar al traste una construcción titánica. Un desafío brutal a la naturaleza que demostró la fragilidad del ser humano. Un naufragio que conmocionó al mundo entero y que propició importantes cambios en la legislación marítima para evitar que algo así se volviera a repetir.

Es inevitable no hablar de las películas del Titanic que se han grabado a lo largo de un siglo recreando la tragedia. Recuerdo a mi madre viendo A night to remember (La última noche) en blanco y negro que llamó rápidamente mi atención mientras jugueteaba con mis hermanos en el salón. Noté que se emocionó en una de las escenas y al instante, inquieta, curiosa e intrigada, pregunté “¿qué te pasa?”. Y me dijo “No es nada. Estoy viendo el final de esta película”. Y fue cuando miré al televisor. Esa fue mi primera experiencia Titanic. Tendría 6 o 7 años. Antes y después de Roy Ward Baker, han sido muchos los directores que se han puesto al frente del Titanic sabiendo el filón que trae consigo contar el desastre marítimo más famoso de la historia. Lo supo bien James Cameron que logró 11 codiciadas estatuillas.

Más allá del cine, a bordo del Titanic Belfast conocerás muchos entresijos jamás contados del colosal buque que ahora yace en el Atlántico Norte a 4 kilómetros de profundidad. Muchas historias ocultas que han salido a flote un siglo después y que te desvela el moderno e interactivo museo levantado sobre el mismo lugar en el que se construyó.  Estas son las once cosas que aprendí del Titanic en Belfast, Irlanda del Norte.

Titanic Quarter, museo del Titanic, Belfast
El puerto deportivo de Titanic Quarter, una de las zonas más renovadas de Belfast

Que donde se construyó el Titanic ahora es una zona pujante de Belfast. – Sobre los antiguos astilleros de Queen´s Island se erige el Museo que recopila toda la historia del Titanic. Hoy en día la zona se ha convertido en un atractivo turístico gracias al moderno e interactivo museo sobre el trasatlántico. El Titanic Quarter, que así se llama el nuevo barrio, fue el principal polo industrial y de negocios de toda la ciudad. También la zona de ocio con numerosas actividades teatrales, bailes, carreras y un Palacio de Cristal. Desde el centro de Belfast llegarás en apenas veinte minutos tras un agradable paseo por el casco antiguo, a la orilla del río Lagan. Si lo prefieres, en transporte público, desde el Wellington Place salen los autobuses 26, 26B, 26C y Airport Express 600A y 600B. No hay pérdida.

El impresionante edificio simula el hielo y la proa del buque más famoso del mundo. De hecho, tiene la misma altura que el lujoso trasatlántico. En la puerta, el gigantesco rótulo del Titanic de tres metros de altura da la bienvenida al visitante. Las letras están fabricadas con la mismas planchas de acero utilizadas para construir el gran barco. En su interior, toda la historia que rodea al Titanic se reparte en seis plantas. En la entrada, enormes líneas de latón y piedra captan nuestra mirada que se dirige a la Rosa Náutica anclada en el centro. Las paredes simulan también las planchas de acero del buque. Aquí comienza la “experiencia Titanic”. Antes de comenzar el viaje, harás un breve recorrido por la historia de Belfast, la ciudad con mayor crecimiento industrial de todo el Reino Unido a principios del siglo 20 y que dio vida al Titanic. A partir de ahí, dejaos llevar por los sentidos y sensaciones a través de un agradable, sorprendente y atractivo viaje de, como mínimo, dos horas. Si no padeces vértigo, relájate y disfruta de un trayecto en un minicoche suspendido en el aire que te llevará por las distintas estancias del buque; desde lo más alto del edificio descubrirás unas magníficas vistas panorámicas de la ciudad, del río y de los históricos astilleros y a través de un suelo acristalado caminarás sobre los restos hallados del buque. Hoy en día, el puerto es hogar de más de 700 empresas que emplean a 21.000 personas. Y es punto de partida de conocidas empresas de Irlanda del Norte como Odyssey, Harland and Wolff y el aeropuerto George Best City.

Titanic Quarter, museo del Titanic, Belfast
Detalle del museo Titanic Belfast con carteles de la naviera White Star.

Que la idea titánica surgió entre copas de vino.- Rodeado de buena comida y buena bebida surgen buenas ideas. Eso sí, envueltas en intensas discusiones. Durante una cena entre W.J. Pierre y J.B. Ismay, al mando de las empresas navieras Harland and Wolff y White Star respectivamente, echó a andar una idea titánica. Ambas empresas querían desbancar del primer puesto en arquitectura naval a la competencia, la Cunard Line, la empresa constructora de los buques de vapor más grandes, populares y rápidos. La ambición no entiende de límites y esa noche acordaron, entre copas de vino, construir el trasatlántico más grande del mundo. “Constrúyame un barco estable que no perturbe el sedimento de estos refinados vinos” replicó Ismay, copa de vino en mano, a Pierre cuando se interesó por la longitud del nuevo buque. Ambos concibieron un trasatlántico de 271 metros de largo. Lo que equivaldría a abarcar las crestas de tres tempestuosas olas del océano Atlántico. Curiosamente, sería un barco de la Cunard Line, el Carpathia, quien rescataría a más de 700 personas tras el hundimiento del Titanic. Paradojas de la vida.

Que el viaje comenzó con mal pie.- Día y noche durante 26 incansables meses 3000 hombres vivían por y para el Titanic. Tenían una ardua tarea: construir el buque más grande del mundo. El día de su botadura fue un acontecimiento histórico. Más de 100.000 personas a orillas del Lagan no se quisieron perder ese momento. Desafortunadamente no salió todo sobre ruedas. Se lanzó al agua con tan mala suerte que un trabajador del astillero fue golpeado por unos maderos que caían del buque mientras descendía. Falleció horas después.

Fuertes vientos retrasaron al 2 de abril de 1912 las pruebas marítimas del Titanic. Ese día, por fin, zarpó de Belfast rumbo a Southampton (Inglaterra). Tras un pequeño incidente, embarcó a los pasajeros y salió con una hora y cuarto de retraso hacia Cheburgo (Francia) donde esperaban más pasajeros. En el puerto francés, al salir del atracadero, su fuerte estela hizo que se soltaran los amarres de un crucero, el New York, que poco a poco empezó a ser absorbido por el Titanic. Lo que pudo acabar en tragedia se evitó gracias a la rápida reacción de la tripulación que evitó la colisión.

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Una enorme Rosa de los Vientos preside la entrada en el museo del Titanic

Que estar enfermo fue un golpe de suerte.- Aunque parezca contradictorio, estar enfermo fue lo mejor que le pudo pasar a W.J. Pierre, el famoso constructor de la naviera Harland and Wolff. La enfermedad le salvó la vida porque le impidió emprender el viaje en abril de 1912. Murió doce años después en el mar, cerca de Cuba.

Que un joven se salvó por ser obediente.- Eufórico e ilusionado por ser uno de los más de 2.000 “afortunados” de pasajeros del viaje inaugural del Titanic gracias a un regalo de su tío, el fotógrafo Frank Browne inmortalizó a golpe de click todo lo que aconteció durante el primer trayecto del buque, de Southampton a Queenstown, donde debía bajarse. Los días que viajó a bordo del Titanic disfrutó de la compañía de un millonario americano que se ofreció a pagarle el billete completo hasta Nueva York. Al enterarse de esto su tío, el obispo de Cloyne, le envió rápidamente un telegrama. “Bájese de ese barco provincial”. Sin rechistar, Frank acató la orden, agradeció el billete el americano y se bajó del buque. Una orden y obediencia que le salvó la vida. Tras el desastre, sus fotografías salieron en la prensa de todo el mundo.

Que a bordo viajaban dos gafes.- W.T. Stead fue un famoso escritor británico. A finales del siglo XVIII escribió un artículo sobre el naufragio de un barco en altar mar y la muerte de sus pasajeros por la falta de botes salvavidas. Poco después, publicó otro artículo informando del naufragio del Majestic, un barco de la compañía White Star Line (la misma que construyó el Titanic) y el rescate de los supervivientes del buque tras haber chocado contra un iceberg. Lo llamativo de esta noticia fue que el capitán que dirigía ese barco fue el mismo que años después se pondría al frente del Titanic. ¡Menudo ojo tenía el hombre! Dos choques contra un iceberg. Lo más sorprendente de la historia es que el autor de estos artículos fue uno de los más de 2.000 pasajeros del Titanic. Un amigo íntimo que era vidente le aconsejó que no lo hiciera porque no presagiaba nada bueno. Pero Stead obvió sus consejos y se subió al navío. Tres días después murió ahogado.

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Los últimos platos que degustaron los pasajeros de primera clase estaban hechos a base de recetas británicas y francesas

Que los guisos británicos y franceses protagonizaron el último menú.- En el Titanic se comía con elegancia. Daba igual la clase en la que fueras. La comida era copiosa y la cerveza de barril alemana no faltaba. El 14 de abril de 1912, el afamado cocinero Auguste Escoffier diseñó su último menú para la primera clase del naviero. Apetitosas recetas de la gastronomía británica y francesa que degustaron los pasajeros de primera clase: salmón poché, cordero con salsa de menta o rosbif de lomo de buey fueron algunas de las últimas delicias que se sirvieron a bordo del Titanic, acompañadas de vinos franceses. Diez copiosos platos elaborados por cocineros, pinches y camareros que murieron ahogados entre fogones.

Que la tragedia devolvió a una madre a sus hijos desaparecidos.- La francesa Marcelle Navratil llevaba semanas de angustiosa búsqueda de sus dos hijos, tras separarse de su marido. Él los había raptado con la idea de llevárselos a Estados Unidos. Los tres viajaban a bordo del Titanic donde el padre aseguró que la madre había fallecido. Tras el naufragio, murió y los dos niños sobrevivieron. Marcelle los reconoció gracias a las fotografías distribuidas en la prensa francesa que contaba la historia de dos niños huérfanos rescatados. Así pudo recuperar a sus hijos.

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Este monumento es un homenaje a los más de 1.500 fallecidos en el naufragio del Titanic ubicado en el ayuntamiento de Belfast

Que viajaban siete españoles a bordo.- De los 2223 pasajeros del Titanic, siete eran españoles. La mayoría pertenecía a la alta sociedad y viajaba en primera clase. Casi todos se salvaron del desastre, menos uno de ellos. La mayor parte de las víctimas del naufragio, casi 1400, eran británicos. El resto procedía de una veintena de países: 277 americanos, 77 libaneses, 52 franceses y un argentino, entre otros. 8 de cada 10 pasajeros eran hombres. Y de los 160 niños que viajaban en el buque, sólo 75 sobrevivieron. Muchas mujeres declinaron subirse a los botes salvavidas si no lo hacían junto a sus maridos. Fallecieron 129.

Que la música era fundamental.- Lujo, ambición, alegría, pobreza, negocios y música rodearon la historia del glamuroso buque. En todas las películas del famoso hundimiento la música cobra especial protagonismo. Numerosas escenas en el Titanic de James Cameron envuelven el idílico romance entre Leonardo Dicaprio y Kate Winslet. Y es que a bordo del buque viajaban seis pianos, diseñados exclusivamente para el trasatlántico. Tres de ellos estaban situados en primera clase: en el salón, el vestíbulo y el comedor. En segunda, dos. Uno en el vestíbulo y otro en el comedor. Y el de tercera clase otro piano alegraba los días a los pasajeros que viajaban hacia Nueva York en búsqueda de nuevas oportunidades. La música fue lo último que se apagó en el Titanic.

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El SS Nomadic fue el transbordador que recogió pasajeros en los puertos donde el Titanic no podía acceder por su enorme tamaño.

Que una actriz superviviente se interpretó así misma en la primera película del Titanic.- Se llamaba Dorothy Gibson y era actriz estadounidense de cine mudo. Se consideraba una de las afortunadas de tener un pasaje para emprender un viaje de ensueño. Aunque fue su mayor pesadilla. Gibson sobrevivió al desastre. Fue la actriz protagonista de la primera película que se grabó del hundimiento sólo un mes después de la tragedia, en dos semanas. Gibson se interpretó a sí misma en Saved from the Titanic, un film en blanco y negro con algunas escenas en color.

3 COMENTARIOS

  1. Hola chicos. Es la primera vez que os leo y me ha parecido interesante vuestro post sobre el Museo del Titanic, y por eso quería dejaros este comentario que espero que os sirva!

    Desde mi punto de vista, el museo tiene dos aprendizajes negativos:

    Por una parte se muestra como tristemente, una de las principales causas por las que el Titanic se construyó aquí en Belfast, más allá de por ser un gran centro industrial, fue por la mano de obra barata y sin derechos. Seguro que os habéis quedado con la imagen de las vallas de H&W donde la gente se agolpaba, día tras día de madrugada, para intentar conseguir trabajo, o el «1 remache = 1 penique (a dividir entre 5)», o los cálculos de cuánta mano de obra iban a «perder» a cada paso que avanzaban en la construcción. Hay que recordar que les salía más rentable importar carbón que hacerlo en la otra isla.

    Por la otra, el museo deja entrever como el Titanic (y H&W) mantuvieron los privilegios de la comunidad protestante sobre la católica. Los trabajos de oficina, los que requerían preparación, los ejercían población protestante casi en su totalidad (también es cierto que mucha parte de la población católica no tenía acceso a estudios superiores) y en los trabajos sin cualificación aunque había miembros de las dos religiones, existía discriminación contra la comunidad católica. Si os habéis dado una vuelta por el este de Belfast, habéis notado que se recuerda el Titanic con orgullo, mientras que en los barrios republicanos nunca encontraréis una referencia.

    Por último quería aprovechar para compartir esta imagen con vosotros (https://scontent-lht6-1.xx.fbcdn.net/v/t1.0-9/19756872_2040724626156590_970492283510386279_n.jpg?oh=91c317a91ca04f4e34a56ef3a12d8859&oe=59CAB40F) Cuando se construyó el memorial del Titanic en 1920 estaba frente al Ayuntamiento, en medio de la calle, hasta que la calle llegó a tener tan tráfico que la tuvieron que mover porque estorbaba.

    Saludos!
    G.

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