50 mm. 1.8 II, una buena elección

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Ahora tengo el objetivo Canon 50mm 1.4 y reitero todo lo que en su día escribí sobre su hermano pequeño, el 1,8. La experiencia de viajar con un solo objetivo fijo en la cámara te da una visión fotográfica experimental, al tiempo que te hace meditar y pensar mucho más sobre lo que vas a encuadrar y fotografiar, algo que enriquece y dota a este bendito arte de personalidad. 

Hacía tiempo que tenía ganas de comprarme un objetivo fijo, un 50 mm. Había 2 motivos principales, tener una lente fija que me obligara a buscar perspectivas y a acercarme o alejarme de los motivos fotográficos, y la luminosidad que tienen al ser precisamente fijos. Más tarde, descubrí que los había por 100 euros, lo que me convenció todavía más.

El que era asequible para mí tenia una apertura máxima de f/1.8, una pasada acostumbrado como estoy al 18-55 incluido en el kit de mi Canon EOS 350D con un apertura máxima de f/3,5. Así que imaginaros. Eso sí, el objetivo estaba hecho de un material plástico que tampoco era muy allá, pero bueno tampoco iba a jugar al fútbol con él ni a practicar beisbol con la cámara. Después de investigar en internet y preguntar por aquí y por allá, al final me decidí. Y estoy muy contento.

1/100 f/2

 La luminosidad del objetivo hace que puedas obtener unas fotos muy nítidas, incluso en interiores, como podéis comprobar en la foto superior. Está hecha en un pasillo de un portal de un edificio, y a pulso.

En las imágenes de abajo también tenéis ejemplos de gran nitidez. En este caso están hechas en un exterior y también a pulso.

1/1000 f/2

1/1000 f/2

Pero esta misma luminosidad y posibilidad de apertura de hasta f/1.8 hace que podamos tener una profundidad de campo reducida. Para los amantes del bokeh con un bolsillo escaso es, sin duda, un elemento imprescindible. Tanto de noche como de día ofrece unas posibilidades creativas infinitas.

1/4000 f/1.8

 El único «problema» es que al tener una profundidad de campo tan reducida hay que afinar bien el enfoque  para que nos salgan enfocadas las partes que queremos. Yo recomiendo el enfoque manual, así la cámara no decidirá por nosotros y no nos fallará en caso de duda. Si hacemos un retrato es muy sencillo que el enfoque se nos vaya a la nariz en lugar de a los ojos. Hay que tener cuidado.

1/1600 f/2.0

Otra pequeño defecto es que crea un halo en fotos con un alto contraste, como se puede comprobar en la de abajo, realizada sobre un pino. Pero bueno, nada que no se pueda solucionar con el Photoshop.

1/30 f/22

Otra cuestión es que en cámaras como la mía, con un sensor APSC, el objetivo 50mm, en realidad te da una distancia de 80mm, por el efecto recorte. Esto puede ser bueno o malo, según se mire. No es un 50, pero es un 80, ¿eso es bueno o malo? En caso de que no tengamos el plano que queremos podemos utilizar los pies y colocarnos donde nos venga bien. Una cosa buena es que el objetivo también está preparado para cámaras Full Frame con lo que, si alguna vez doy el paso, pues también me valdrá.

1/320 f/2.2

Al principio te sientes un poco raro porque no hay zoom, el zoom son tus pies. Es perfecto para retratos, porque desenfoca el fondo creando el bokeh y no deforma las caras como los angulares, etc. Si no lo es ya, se convertirá en un objetivo de culto. Yo, después de la Yamaha Pacífica, una edición en vinilo del Live Evil de Black Sabbath o las sábanas de Los Simpsons, es la mejor compra que he hecho últimamente.